Camas sin etiquetas
- Renato Alquicira Hernandez
- 14 oct
- 1 Min. de lectura
¿Por qué no se habla libremente de la sexualidad de las identidades trans? ¿Qué nos detiene? ¿El miedo al qué dirán?
Estas últimas semanas he tenido en la cabeza una pregunta constante: ¿por qué no se habla del placer en los hombres trans? Y creo que empiezo a entender la razón.
Comencemos por los estereotipos que se nos imponen al transicionar: ser heterosexuales, cumplir con una idea de masculinidad que la gente cree que debemos representar… cosas como esas. Pero, ¿realmente importa todo eso?
¿De verdad tenemos que ajustarnos a un “deber ser” o simplemente podemos disfrutar de nuestro cuerpo con libertad? Créanme, entiendo perfectamente la disforia que puede surgir al momento de intimar, pero, ¿y si solo fuera un fantasma? ¿Y si por una noche jugáramos a ser alguien más y simplemente disfrutáramos, sin miedo ni juicios?
No digo que sea un error no hablar de esto; solo pienso que no deberíamos limitar nuestro disfrute por culpa de los tabúes, el morbo o las preguntas incómodas de varixs en redes.
Nada está escrito cuando se trata de sexo. A veces, ni siquiera hacen falta las palabras: bastan los sonidos, las sensaciones, el disfrute… y uno que otro juguetito.
Recuerda que limitar nuestra expresión en la cama puede limitar nuestro disfrute en ella, que no importe si eres pasivo, activo, inter o solo disfrutes de unos buenos besos, del roce, de lo que sea.
Nada ni nadie debería decidir sobre tu sexualidad: ni la sociedad, ni la disforia, y mucho menos el qué dirán.

Créditos de la imagen a quien corresponda.



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