Invierno en CDMX: crónicas de un hombre trans
- Renato Alquicira Hernandez
- 7 dic
- 2 Min. de lectura
Ya es diciembre, ese momento perfecto para las fiestas familiares, las reuniones sociales, esas donde encuentras hasta la aguja en el pajar, las frases bonitas, los buenos deseos y, claro, uno que otro cambio de clima extremo.
En una ciudad que intenta crecer sin lograr cubrir a todes, ser trans y viajar en transporte público se convierte en un deporte extremo. Y no solo porque a veces ni siquiera puedes subir al metro por la cantidad de gente, sino porque este año vimos varios actos de violencia contra mujeres trans dentro de las instalaciones del transporte, ejercidos tanto por oficiales como por transeúntes.
Resulta fuerte ver cómo, en una ciudad que se hace llamar “La Ciudad de los Derechos”, seguimos viviendo violencias constantes. Los días pasan y cada vez parece más complicado sobrevivir.
Y luego llega este maravilloso invierno abrazador: ese que en la sombra te congela hasta el alma y, en el sol, te quema hasta los malos pensamientos. Un clima extraño, con lluvias aisladas como los consejos de esa tía que finge ser la más calmada.
Es un diciembre en el que las envidias buscan apagar el brillo de otres, mientras los proyectos cambian, se transforman: algunos crecen, otros terminan y otros, como el mío, cambian de horizonte.
Así es vivir un diciembre en la CDMX: entre la incertidumbre de quién será le siguiente en ser agredide o si, por fin, harán algo más. Y sí, soy consciente de que se han logrado cosas importantes, como la apertura de una nueva Clínica Condesa, pero… ¿es suficiente para tapar todo el daño que sufre la comunidad trans?
No lo sé. Al final, ¿quién soy yo para juzgar, si solo soy un trans más intentando resistir en este invierno tan extraño en la CDMX?







El invierno llega con incertidumbres, de todo tipo. Lo importante es resistir, querido. Y tu, lo estás haciendo bien! Abrazos